
De esta forma, las inmunizaciones se crearon a partir de células dendríticas (células defensivas) y dosis de VIH -calentado a 56 grados para inactivarlo sin destruirlo-, obtenidas de los propios pacientes y posteriormente cultivadas.
"El virus, debilitado, se presenta a las células dendríticas, que son las encargadas de llevar a los agentes patógenos ante el sistema inmune", explica Felipe García, investigador del Hospital Clínic de Barcelona y principal autor del trabajo.
Las células no se infectan
En condiciones normales, el VIH infecta a las citadas células, que actúan a modo de 'caballo de Troya', contagiando al resto del sistema inmune: "pero como el virus está inactivo, las células dendríticas pueden cumplir su labor de presentación sin infectar".
De hecho, tras recibir tres dosis de esta vacuna, los pacientes mostraron un aumento de sus defensas y una significativa reducción de la carga viral (un 90% menos en ocho de los 18 pacientes tratados, a lo largo de un año).
No obstante, como reconoce Josep Maria Gatell, jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del citado hospital, "lo ideal hubiera sido que el virus fuese indetectable, algo que no se ha conseguido por el momento".
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